Oda a la buena acústica

De los creadores de “vísteme despacio que tengo prisa”, llega “háblame bajito que no te escucho”, un elogio al arte de escuchar, a percibir la paz del silencio o la alegría de sabias palabras cuando se aprecian bajito y sin prisa, con los decibelios adecuados y en el momento adecuado.

Porque entre nuestros parámetros de confort, la acústica ambiental cobra importancia cuando queremos descansar, saborear las páginas de un libro, descifrar los acordes de una canción o disfrutar de la tranquilidad elegida. En nuestra casa o en una librería, o en una cafetería. Y es que la buena acústica no entiende de horas, no entiende de prioridades, ni mucho menos de deseos. Se escabulle cual lagartija entre las finas paredes de papel de nuestras viviendas. O rebota incansable entre las mesas de esa cafetería a la que tanto nos gusta ir a degustar un buen café o a husmear una taza de té, bien acompañados. Y qué desagradable es cuando no está bien planteada. Y qué imperceptible su presencia cuando sí lo está.

En un país como esté, donde dicen que los decibelios ambiente siempre están por encima de la media de las conversaciones, donde hay más conversaciones que comensales en cualquier comida familiar que se precie (bueno, al menos en las de mi casa familiar en el pueblo), un buen planteamiento acústico resulta fundamental. Pero claro, la acústica no se ve, no se puede fotografiar en los bellos catálogos de arquitectura, no podemos tener un blog de tendencias donde se vea lo bonita que es. Y sin embargo qué vital su presencia. La buena acústica, digo. No el ruido.

Tomando prestada la definición de acústica ambiental del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de España, un sonido es un fenómeno físico que consiste en la alteración mecánica de las partículas de un medio elástico, producida por un elemento en vibración, que es capaz de provocar una sensación auditiva. Las vibraciones se transmiten en el medio, generalmente el aire, en forma de ondas sonoras, se introducen por el pabellón del oído haciendo vibrar la membrana del tímpano, de ahí pasa al oído medio, oído interno y excita las terminales del nervio acústico que transporta al cerebro los impulsos neuronales que finalmente generan la sensación sonora.

Pero además, podemos decir que el ruido es aquel sonido no deseado y que por lo tanto provoca sensación de molestia. Así que al margen de diversas variables como la composición en frecuencias, la intensidad, la variación, la cadencia, el ritmo, etc. mucho tendrá que ver el ruido con la propia percepción subjetiva del mismo. Y por lo tanto no será simplemente una suma matemática de factores los que aporten confort acústico, sino un planteamiento genérico donde se tengan en cuenta las propiedades físicas del ruido emitido, el medio, el entorno y el propio receptor.

Así que llenemos nuestros tableros de Pinterest o cuentas de Instagram también de buena acústica, como parte de esa buena vida, que nos permita escucharnos y disfrutar de esos bonitos ambientes de los que tanto alardeamos en internet. Preparemos nuestras viviendas para que podamos oir y escuchar, pero sin necesidad de tener que intervenir en las conversaciones del vecino cuando no hemos sido invitados. Saquémosle los colores al puente acústico y empecemos de una vez a construir y decorar pensando en lo bello, sí, y en lo energético, también, pero ante todo en lo saludable. Porque la neuroarquitectura piensa en todos los sentidos y tanto enfatizar la vista, se nos está olvidando el oído.

Bienvenidas y bienvenidos al mes de noviembre y al módulo 14 del máster de Bioconstrucción.

Un comentario en “Oda a la buena acústica

  1. sofiabioconstruccion dijo:

    Buenas María, cuanta razón tienes… que sufrido es ir a un bonito o incluso «enxebre» restaurante, café, comedor familiar de esos que se montan junto al garaje 😉 y que la conversación sea imposible y que los pequeños se exciten muchisimo y no puedan con tanto ruido! Yo siempre miro alrededor y digo… que fácil sería!!!! Todos los materiales que hay allí están reflejando!!!! Que tal pensar en la blandura, la suavidad, la porosidad y la absorción 🙂 Besitos!

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